Hace varios años el profesorado de Umedi inició su formación en inteligencia emocional, bajo la dirección de D. Roberto Aguado Romo. Para este especialista en Psicología Clínica las emociones son la base fundamental del propio proceso de aprendizaje, de la toma de decisiones, de los procesos que se conocen como curiosidad y atención. Las necesitamos porque son mecanismos que nos ayudan a reaccionar con rapidez ante acontecimientos inesperados; a tomar decisiones con prontitud y seguridad; a comunicarnos de forma no verbal con otras personas.
Para el Dr. Aguado las diez emociones básicas son:
Desagradables: miedo, rabia, tristeza, aversión o rechazo, culpa.
Neutra: sorpresa.
Agradables: alegría, curiosidad, admiración, seguridad.
Para él las emociones no son ni buenas ni malas. Todas son necesarias y cumplen su cometido para nuestra supervivencia y la adaptación humana. No reprimir las emociones, sino entender su sentido y canalizarlas de manera eficaz nos ayuda a vivir satisfactoriamente con nosotros mismos, con el medio y las situaciones a las que nos enfrentamos diariamente.
Es de todos sabido que el cerebro humano solo puede atender, comprender y guardar conceptos que se adquieran desde emociones como la curiosidad, la seguridad o la admiración. Si el alumno se instala en el asco, la rabia, el miedo, la tristeza o la culpa, por mucho que lo intenten no podrán completar con eficacia el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por ello es necesario que todos aprendan a instalarse en la plataforma emocional más adecuada.
El objetivo de esta metodología no se limita a la simple identificación de emociones, sino que abarca el reconocimiento de la necesidad de enseñar tácticas prácticas para lidiar con las emociones básicas. Este enfoque práctico se conoce como inteligencia emocional, un conjunto de habilidades que facilita la gestión de nuestras emociones y mejora la comunicación interpersonal.
La gestión emocional implica integrar la inteligencia emocional en la educación, formando alumnos que no solo poseen conocimientos sustanciales, sino que también saben vivir en sociedad y expresar sus emociones de manera saludable. Este viaje educativo se orienta hacia la formación de individuos emocionalmente inteligentes y socialmente competentes.
Mediante este proyecto se propone cambiar el código emocional como medio para mejorar la calidad de vida, sin necesidad de alterar nuestro pensamiento fundamental. Reconoce que nuestras emociones, entrelazadas con la razón, constituyen el núcleo de nuestra identidad y modelan nuestro desarrollo integral. Por ende, la educación desde las etapas más tempranas se vuelve esencial, ya que este aspecto se torna fundamental para vivir en sociedad y comprender a los demás.
Es crucial tener en cuenta una verdad científica innegable: la emoción tiene un papel predominante sobre la razón, y controlar nuestras emociones se convierte en clave para el éxito, independientemente de nuestra inteligencia en otros ámbitos.
¿Cómo trabajamos en Umedi la gestión de las emociones?
En nuestra propuesta educativa concebimos el cariño, la cercanía, la confianza como motores de aprendizaje. Lo que hemos aprendido con gusto, con alegría, es difícil que se nos olvide. Algunos lo vinculan a lo que llaman “la huella emocional”. Aprender con alegría facilita acercarse al regalo, al flujo, don o vocación. Con estos términos nos referimos al estado de felicidad que produce la intensa dedicación a una tarea. Requiere la capacidad, el conocimiento y la absoluta identificación con un desafío.
En el colegio, el objetivo primordial es enseñar a los niños a ser felices, a tener una inteligencia emocional sana. Para ello, enseñamos a los alumnos a identificarse con la plataforma emocional que se encuentren a través de varias actividades a lo largo del día y les enseñamos a gestionarla.
Una actividad que nos ha reportado buenos resultados es una experiencia en el aula que profundiza en dos aspectos fundamentales: la conciencia y la regulación emocional. La tarea consiste en que cada niño elija una emoción, la exprese a través de su rostro y luego se inmortalice en una foto.
Estas fotos se han integrado en un mural colectivo, convirtiendo la actividad en una experiencia divertida y enriquecedora para los niños.
Gestión emocional a través del arte
El próximo paso para Umedi es el proyecto EmocionArte, una iniciativa educativa que aborda la gestión emocional a través del arte. La propuesta busca identificar, comprender y manejar las emociones mediante dinámicas de grupo, relajación, meditación y trabajo individualizado. La combinación de lenguaje visual y verbal se presenta como una herramienta poderosa para ayudar a los alumnos a expresar y comprender mejor sus emociones.
En resumen, estas actividades persiguen integrar la inteligencia emocional en la educación, para formar personas que no solo saben mucho, sino que también saben vivir en sociedad y expresar sus emociones de forma sana. Es un viaje educativo hacia la formación de individuos emocionalmente inteligentes y socialmente competentes.
