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Lo maravilloso de aprender algo, es que nadie puede arrebatárnoslo. (B.B. King)

Aprender sin reflexionar es malgastar la energía. (Confucio)

Yo no enseño a mis alumnos, solo les proporciono las condiciones en las que puedan aprender. (A. Einstein)

Eso es el aprendizaje. Entender de repente algo que siempre has entendido, pero de una manera nueva. (D. Lessing)

La actividad más importante que un ser humano puede lograr es aprender para entender, porque entender es ser libre. (B. Spinoza)

La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo. (N. Mandela)

El propósito general de la educación es convertir espejos en ventanas (S. J. Harris)

Si un niño no puede aprender de la forma en que enseñamos, quizás deberíamos enseñar como él aprende (I. Estrada)

El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información (A. Einstein)

La mayor señal del éxito de un profesor es poder decir: ‘Ahora los niños trabajan como si yo no existiera. (M. Montessori)

El principio de la educación es predicar con el ejemplo. (A. Turgot)

Donde hay educación no hay distinción de clases. (Confucio)

¡Estudia! No para saber una cosa más, sino para saberla mejor. (Séneca)

Es imposible educar niños al por mayor; la escuela no puede ser el sustitutivo de la educación individual. (A. Carrel)

La buena didáctica es aquella que deja que el pensamiento del otro no se interrumpa… (E. Tierno Galván)

Excelente maestro es aquel que, enseñando poco, hace nacer en el alumno un deseo grande de aprender. (A. Graf)

Los niños son educados por lo que hace el adulto y no por lo que dice. (C. G. Jung)

Un profesor trabaja para la eternidad: nadie puede decir dónde acaba su influencia. (H. Adams)

La mejor enseñanza es la que utiliza la menor cantidad de palabras necesarias para la tarea. (M. Montessori)

Profesor: que te ilusione hacer comprender a los alumnos, en poco tiempo, lo que a ti te ha costado horas de estudio llegar a ver claro. (S. Josemaría)

Lo maravilloso de aprender algo, es que nadie puede arrebatárnoslo. (B.B. King)

Aprender sin reflexionar es malgastar la energía. (Confucio)

Yo no enseño a mis alumnos, solo les proporciono las condiciones en las que puedan aprender. (A. Einstein)

Eso es el aprendizaje. Entender de repente algo que siempre has entendido, pero de una manera nueva. (D. Lessing)

La actividad más importante que un ser humano puede lograr es aprender para entender, porque entender es ser libre. (B. Spinoza)

La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo. (N. Mandela)

El propósito general de la educación es convertir espejos en ventanas (S. J. Harris)

Si un niño no puede aprender de la forma en que enseñamos, quizás deberíamos enseñar como él aprende (I. Estrada)

El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información (A. Einstein)

La mayor señal del éxito de un profesor es poder decir: ‘Ahora los niños trabajan como si yo no existiera. (M. Montessori)

El principio de la educación es predicar con el ejemplo. (A. Turgot)

Donde hay educación no hay distinción de clases. (Confucio)

¡Estudia! No para saber una cosa más, sino para saberla mejor. (Séneca)

Es imposible educar niños al por mayor; la escuela no puede ser el sustitutivo de la educación individual. (A. Carrel)

La buena didáctica es aquella que deja que el pensamiento del otro no se interrumpa… (E. Tierno Galván)

Excelente maestro es aquel que, enseñando poco, hace nacer en el alumno un deseo grande de aprender. (A. Graf)

Los niños son educados por lo que hace el adulto y no por lo que dice. (C. G. Jung)

Un profesor trabaja para la eternidad: nadie puede decir dónde acaba su influencia. (H. Adams)

La mejor enseñanza es la que utiliza la menor cantidad de palabras necesarias para la tarea. (M. Montessori)

Profesor: que te ilusione hacer comprender a los alumnos, en poco tiempo, lo que a ti te ha costado horas de estudio llegar a ver claro. (S. Josemaría)

Los celos son una respuesta emocional, compleja y perturbadora, que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera propio. Generalmente cuando hay una inquietud a que la persona amada nos reste atención en favor de otro.

Son algo natural, pero no todos los niños tienen que sufrir de celos (no es una etapa evolutiva más), ni todos lo hacen por las mismas causas, ni lo viven con la misma intensidad. Tampoco se manifiesta de la misma manera e incluso puede ocurrir que alguien que lo sufre con mayor intensidad lo manifieste menos o consiga disimularlo de tal manera que ni siquiera nos demos cuenta de lo que está pasando.

Si nos encontramos con un hijo en esta situación es, por tanto, una ventaja que lo demuestre, puesto que así podremos actuar para ayudarle a superarlo.

Cuando un niño tiene celos, solemos emplear con mucha frecuencia el verbo “sufrir”. Efectivamente en el caso de los celos, el primero que sufre es aquel que los tiene. Sea por una razón justificada o no, la persona celosa se siente menos querida, desplazada, a veces ve que tiene que asumir unas responsabilidades para las que aún no se siente preparado.

Cuando un niño siente celos, además, se queda sin recursos para pedir ayuda. Los celos aparecen precisamente porque uno se siente “ninguneado”, menos querido. ¿A quién puede recurrir para que pongan remedio a esta situación? ¿A las personas que han optado por su “contrincante”? La persona que siente celos se cree que realmente se le prefiere al otro y puede bien refugiarse en sí mismo (manifestando tristeza, regresiones, mostrándose más vulnerable), bien mostrarse hostil con aquel al que hace responsable de este desplazamiento de cariño, bien volcar esta hostilidad contra el adulto.

¿Cómo enseñarles a compartir?

La manera de preparar al niño será enseñarle a compartir (independientemente de la llegada del hermano, hay que aprender a compartir porque no todo es de uno), ayudarle a ir madurando según su edad, acompañarle en el crecimiento de una manera sana y en la que no falte ni el cariño, ni la exigencia. De esta manera y sin necesidad de hacer referencia al pequeño, el niño, una vez llegue, sabrá compartir con él sus cosas materiales, el tiempo de sus padres… porque ha tenido la experiencia previa de compartir cariño y bienes en otros contextos (con sus propios padres, con familiares, en el parque…).

No debemos esperar a que se produzca una situación “extraordinaria” (como el nacimiento de un nuevo hermano) para educar en determinados aspectos, y éste es uno de ellos, que son de “obligado cumplimiento” No vamos a educar la voluntad, la generosidad, la reciedumbre, el espíritu de ayuda, servicio y colaboración porque exista el “riesgo” de un nuevo hermano, hay que educar siempre.

Además, los celos no sólo aparecen con respecto a hermanos menores. Los hijos únicos pueden sufrir de celos, los benjamines pueden sufrir de celos. El motivante de los celos es alguien que acapara la atención de una persona querida. Se puede tener celos de hermanos más brillantes (sean mayores o menores que uno mismo), de hermanos que requieren más atención por estar enfermos, del padre o de la madre porque recibe la atención del otro progenitor, de un compañero de colegio porque nuestro mejor amigo se hace amigo de él o el profesor le dedica una atención especial… Los celos no tienen una única edad ni van en una única dirección. Y, al margen de que el niño que los sufre sea más o menos sensible, hay un gran factor educativo en ellos.

Dar cariño

La segunda parte de los celos es que son una demanda de cariño. Para que no haya necesidad de esto, debemos asegurarle nuestro cariño, mostrar un amor incondicional. El niño tiene que saber que cuenta con nosotros siempre y en cualquier circunstancia. Esto no es lo mismo que adularle constantemente, ni darle caprichos.

 

7 pautas para no fomentar la rivalidad y evitar los celos

 

1. Dedicar tiempo a cada uno de los hijos. Los menores de un año nos demandan unos tiempos más o menos fijos. Momentos en que nos tienen a su entera disposición y además cargados de mucha intimidad, contacto físico. El resto del tiempo se puede emplear con mayor dedicación a los hermanos mayores. Y a medida que crecen, tratar de encontrar momentos para pasar a solas con cada uno de ellos o por lo menos momentos distintos en los que cada uno sea el protagonista.

2. No estar constantemente hablando de las “gracias” de los pequeños, ni hablar de ellos menospreciándoles. En el primer caso, también los mayores son protagonistas de “sus” anécdotas. En el segundo caso, ni es verdad que a los pequeños los queramos menos, ni es un buen ejemplo.

3. Evitar tener al pequeño en una burbuja, con miedo a que se acerquen los hermanos mayores. Éstos tienen que poder jugar con el niño, tocarle, tienen que ver que confiamos en que no les van a hacer daño.

4. Unido al punto anterior, debiéramos involucrar a los hermanos mayores en la educación de los pequeños, dejando claro que la responsabilidad es de los padres. Hay que evitar exigir responsabilidades extra. Esto es muy perjudicial y crea tensiones internas, las responsabilidades de los padres deben ser de los padres.

5. Valorar a todos los miembros de la familia. Y valorarles no tanto por sus capacidades, cuanto por sus esfuerzos. Valorar más al que más se esfuerce, aunque obtengan peores resultados. Apoyarse en los puntos fuertes de cada uno, y utilizarlos en beneficio de toda la familia, creando un espíritu de equipo. Comparar a cada niño consigo mismo, con sus resultados anteriores.

6. Estar atentos al niño que puede estar pasando por una época de celos. Volcarse en él especialmente, con aquello que le pueda ayudar, que en cada caso será diferente, y sin caer en la trampa de compensar excesivamente, no hay que enseñarles a usar los celos como una manera de conseguir caprichos.

7. Y la regla de oro de educación: fijarse más en lo positivo que en lo negativo. Debiéramos llevar una “contabilidad” de nuestros comentarios, gestos…positivos y negativos y los primeros debieran doblar en cantidad a los últimos.