La neurociencia demuestra que durante los tres primeros años de la vida de un ser humano se ‘construye’ su cerebro, creando más de un millón de conexiones neuronales cada segundo. De ahí la importancia de esta etapa evolutiva.
Las actividades que realizan diariamente los niños de 0 y 1 años de nuestro colegio, como el programa de psicomotricidad, la motricidad fina, las rutinas, los intercambios lingüísticos, las actividades de comprensión, el juego dirigido, tienen por objeto el desarrollo integrado de habilidades motrices, lingüísticas, sociales y de autorregulación que favorecen el desarrollo del niño.
Tres áreas clave en el aula de cunas para la evolución del niño
Es complicado resumir en pocas palabras lo que se hace en el día a día en el aula de cunas de Umedi aunque si lo tuviéramos que hacer se podría resumir en tres áreas claves para la evolución del niño; el desarrollo afectivo, el control corporal y los tres hábitos fundamentales (higiene, sueño y alimentación). Todo ello siempre acompañado de una rutina estructurada que es el hábito del orden.
El orden es importantísimo y lo viven en el aula desde que cruzan su puerta. Repetir horarios de sueño, rituales en las comidas o en el aseo les da seguridad, confianza en sí mismos, etc. Cuando alguien acude al colegio para conocernos y ve a cinco bebés durmiendo a la vez, siempre se sorprenden muchísimo. eso jamás podría ocurrir si no hubiera una rutina de sueño, un horario concreto para ello. Como en cada rutina, la profesora o los padres “llevan el control”, organizando el horario, adaptándolo a las necesidades de cada alumno.
Trabajar con éxito el hábito del orden, significa conseguir que el resto de hábitos tengan resultados positivos. Gracias a él, en un futuro conseguirán diferenciar la mañana de la tarde, podrán organizar sus deberes por orden de importancia o hacer un simple esquema para el examen de historia.
Como hemos dicho anteriormente, la escolarización a estas edades ofrece múltiples beneficios para el desarrollo del niño en tres aspectos: el desarrollo afectivo, el control corporal y los tres hábitos fundamentales. No hay un orden de relevancia sino que todos ellos van de la mano.
- Desarrollo afectivo en niños de 0-1 años
Cuando hablamos de desarrollo afectivo en el aula, hacemos referencia al apego, al vínculo que se crea entre la profesora y el alumno en el aula. El objetivo es que éste se sienta seguro para poder adquirir autonomía física y social.
Para ello es necesario que la profesora empatice y acompañe sus emociones, les mire a los ojos y les haga saber que comparte su mundo.
- Control corporal en niños de 0-1 años
Sin este desarrollo afectivo, no se puede dar paso al siguiente aspecto, al control corporal.
El niño, antes de lanzarse al movimiento, necesita el control de su propio cuerpo para desplazarse y descubrir todo lo que existe a su alrededor.
Sabemos que lo ideal es respetar el ritmo de desarrollo de cada niño. No es mejor ni peor cuando uno camina antes o después. Lo importante es que lo haga cuando se sienta preparado física y psicológicamente. Así, por ejemplo, un niño no se sentará hasta cuando no sea capaz de hacerlo por sí mismo y cuando sus caderas y su espalda también estén preparadas, al igual que ponerse en pie.
La famosa pediatra Emmi Pikler acuñó el término movimiento en libertad para referirse a esta idea. Para ella, el movimiento libre es aquel que elige el bebé por sí mismo sin la interacción de un adulto, siendo la mejor forma de fomentar su desarrollo psicomotriz. “El niño no podrá ir a ninguna parte si no permitimos que tenga la oportunidad de desplazarse”.
- Los tres hábitos fundamentales en el aula de cunas
Y por último, los hábitos de higiene, sueño y alimentación como todos ya sabemos son imprescindibles adquirir durante la primera infancia. En otros artículos ya hemos hablado en profundidad sobre estos temas. Os remitimos a estas páginas en los enlaces que os hemos dejado.
Como sabemos, los tres están en continua evolución. Son un constante aprendizaje. Ellos marcan el ritmo según van creciendo y en el colegio no nos olvidamos como en todo, de ofrecerles oportunidades, desde estar sentadito esperando a un compañero, de coger los cubiertos para comer solo, cooperar en su higiene o incluso dejar juntos el chupete en la cuna para después tenerlo a la hora de dormir.
Sencillo y al mismo tiempo laborioso pero se trata de enseñarles con paciencia. El niño se va construyendo, creando ese gran ordenador última generación llamado cerebro y el colegio está lleno de guías que procuran que todos ellos crezcan felices.