Sobre los dos años de edad comenzamos a notar muchos cambios en nuestros hijos: autonomía evidente, mayor manejo del lenguaje, control sobre movimientos corporales, etc. Sin embargo, también comienzan a aparecer las temidas rabietas: se tira al suelo, berrea, grita, no escucha, no se quiere vestir….
Es algo normal en los niños entre 2 y 4 años de edad. Solo están expresando su disconformidad porque carecen aún de las herramientas para comunicarnos su desacuerdo.
El calendario de desarrollo y maduración del cerebro es la guía que define los estímulos que el medio debe aportar en cada momento y, por tanto, la pauta educativa. Los primeros siete a diez años de vida del niño son probablemente los más importantes de su vida.
El impacto de la estimulación temprana del lenguaje
Podemos decir que hablar con los bebés desarrolla su mente y que las familias comunicativas favorecen este proceso. Así, en el periodo de 0-3 años los padres pueden desempeñar un papel mucho más decisivo en el desarrollo intelectual del niño, si los cuidados diarios son estimulantes, de alta calidad y cantidad.
En el periodo de 2 a 3 años el niño va enriqueciendo su vocabulario por lo que una madre habladora y sonriente es como un premio para el niño. La expresión y comprensión oral se enriquecen dando al niño verdaderas posibilidades de que hable y se dé cuenta de que es escuchado. Un buen plan de acción para mejorar la expresión oral es que no usen tanto los dispositivos móviles, como el iPad o no consuman demasiada televisión y procurar que toda la familia pueda expresarse en plan relajado.
Conviene hacer con nuestro hijo de 2 a 3 años un programa de habilidades sociales para que se exprese correctamente en sus saludos, despedidas, pidiendo las cosas por favor, dando las gracias, etc.
Recomendaciones para gestionar una rabieta
Solemos escuchar que lo mejor en una situación de rabieta es dejar al niño calmarse solo y no prestarle atención. Sin embargo, es de vital importancia saber qué está ocasionando en nuestro hijo ese enfado y esa frustración para evitar cualquier sentimiento de incomprensión y abandono. Debemos actuar con calma y comprensión.
- Anticiparse: Nadie más que nosotros conoce a nuestro hijo, por lo tanto podemos saber qué situaciones pueden desencadenar una rabieta e intentar evitarlas.
- La señal de alarma: En la rabieta siempre hay una pequeña señal que debemos detectar… ese “no me gusta” o el mítico “no quiero”. Al detectar la señal debemos (3)…
- Despistar y ofrecer alternativas: En el momento en el que está pasando, es hora de ser creativos: despistarles. ¿Oye Victoria llamamos a la abuela? o “como te estás portando tan bien al llegar a casa vamos a ver 10 minutos de Pepa Pig” (siempre ofrecer cosas que se puedan cumplir).
- Comunicación: Antes de proponer algo, es importante verbalizar que les entendemos con mensajes cortos y precisos… “sé que estás cansada, pronto vamos a casa”. Todo esto debe ser con un tono sereno, calmado y con mucho cariño.
- Ahora llega el momento de ignorar: Si nada ha funcionado, entonces llega el momento de ignorar su actuación. Si estamos fuera de casa debemos salir con el niño, estar unos minutos con él hasta que entre en razón y que acepte alguna alternativa antes de volver a entrar al lugar.
- Pasar la página: Muy importante es no mencionar el motivo ni la rabieta que acaba de suceder. Debemos respirar y calmarnos nosotros, olvidar por completo la situación y aquí viene el momento del refuerzo positivo, ¡Qué bien lo estás haciendo cariño! ¡Has comido como un campeón!
Recomendaciones de cuentos para superar las rabietas:
¡No me dejan hacer nada! (Ed. Bruño) – Autores: Thierry Robberecht y Annick Masson
¡Soy un dragón! (Ed. Edelvives) – Autor: Thierry Robberecht
Cuando estoy enfadado (Ed. SM) – Autor: Trace Monorey.
Coco y Tula: ¡Sentimientos! (Ed. Combel) – Autores: Patricia Geis y Sergio Folch
No! (Ed. Tiger Tales) – Autores: Tracey Corderoy y Tim Warnes